Cleopatra: la gesta de una felatriz prodigiosa


Cleopatra: la gesta de una felatriz prodigiosa.




Pocas mujeres pueden reclamar el derecho de haber sido importantes en la geopolítica de su tiempo, y, al mismo tiempo, haber recibido tamañas infamias, como Cleopatra.

Cleopatra Filopator Nea Thea, más conocida como Cleopatra, es un caso paradigmático al respecto. Fué la última reina de la dinastía Ptolemaica del Antiguo Egipto, a veces llamada Dinastía Lágida, cuyos orígenes se remontan a Ptolomeo I, general de Alejandro Magno.

Semejante árbol genealógico no impidió que a Cleopatra, además de integrar el panteón de los grandes reyes de la antigüedad, se le atribuya una prodigiosa capacidad para el amor. Ella fue, según sus detractores, una de las más conspicuas y maravillosas felatrices de la historia.

Su fama como amante y experta en los placeres orales le ganaron el apodo de Merichane, la «boca de los diez mil hombres»; epíteto que llenaba de asombro a los griegos, y que aludía a cierta leyenda, por cierto falsa, relacionada con cien generales romanos, quienes habrían puesto a prueba las habilidades de Cleopatra en una sola noche.

Una antigua crónica define de este modo los indudables encantos de Cleopatra:


Se pretende que su belleza no era tan incomparable como para causar asombro y admiración, pero su trato era tal, que resultaba imposible resistirse. Los encantos de su figura, secundados por las gentilezas de su conversación y por todas las gracias que se desprenden de una feliz personalidad, dejaban en la mente un aguijón que penetraba hasta lo más vivo. Poseía una voluptuosidad infinita al hablar, y tanta dulzura y armonía en la voz que su lengua era como un instrumento de varias cuerdas que manejaba fácilmente y del que extraía, como bien le convenía, los más delicados matices del lenguaje. Platón reconoce cuatro tipos de halagos, pero ella tenía mil.


Son muchos los que le atribuyen a Cleopatra una belleza extraordinaria, sin embargo, todo parece indicar que su verdadero encanto yacía en su personalidad. Cleopatra hablaba siete lenguas distintas e innumerables dialectos; era lúcida, sarcástica, y manejaba el arte de la diplomacia, como queda testimoniado en su manejo de la crisis con Pompeyo y la decisión de devaluar la moneda egipcia para favorecer las exportaciones. Se rodeaba constantemente de intelectuales y artistas, y cada intervención suya daba cuenta de una profunda y vasta erudición.

Dejando de lado los aspectos políticos de su personalidad, algunos historiadores ponen mayor énfasis en sus capacidades amorosas, ciertamente exageradas. En relación a la leyenda de los cien generales, podemos leer lo siguiente en una de estas crónicas falaces:


Cada uno de los generales, luego de ser agasajados oralmente por la anfitriona, depositaron sus jugos en un gran caliz de oro, que después fue bebido por la soberana.


Una mujer de semejantes aptitudes para el amor necesitaba de un caballero poco convencional. Gaius Iulios Caesar, aka: Julio César, el gran caudillo romano de su tiempo y amante de Cleopatra, no sólo no se inquietaba por las aventuras de su dama, sino que las atesoraba como anécdotas dignas de alabanzas.

Hay que decir que César no sólo se sentía atraído por Cleopatra, sino que la amaba sinceramente.

Esta unión física y sentimental entre Cleopatra y César dio frutos benignos para la reina. Algunas facciones disconformes ensayaron una sublevación contra Cleopatra, pero los romanos la reprimieron con una eficacia brutal. Como recompensa, Cleopatra organizó la primera fiesta náutica de la que se tiene noticia. Se lanzó al Nilo una embarcación lujosa, en la que no faltaron los excesos. Tanto César como sus generales pasaron tres semanas deliciosas navegando en un éxtasis de lujuria y pasión, alimentados constantemente por Cleopatra y sus doncellas, seleccionadas no sólo por sus aptitudes intelectuales sino por demostrar una predisposición sobrenatural para el amor.

Pero una atmósfera semejante no estaba destinada a perdurar. Los deberes de César lo reclamaban en Roma, y a pesar de haber demorado su partida finalmente abandonó Egipto con tristeza. Detrás de él Cleopatra asumió el trono en soledad, embarazada del caudillo, fruto que a finales de ese año sería bautizado como Cesarión.

Cuando César terminó de aplastar a los partidarios de Pompeyo, regresó victorioso a Roma. Desde allí convocó a Cleopatra, que arriba a Roma a bordo de una impresionante nave egipcia escoltada por seis bajeles romanos. César la aloja en un selecto palacio a orillas del Tíber. Allí se celebran tertulias memorables, que dejan constancia de las capacidades amatorias de Cleopatra. Como si esto fuese poco, César ordenó esculpir una estatua monumental de Cleopatra, que finalmente será colocada junto a la de Venus Afrodita, la diosa del amor.

Las fiestas se sucedieron, las celebraciones se hicieron más y más decadentes, y la opinión pública comenzó a ver en Cleopatra una enviada del inframundo, alguien con poderes que nublaban la razón del tirano. Rechazando la sugerencia del senado, Cleopatra permaneció en Roma, agasajada por un grupo cada vez más reducido de alcahuetes. Durante este período de excesos en el año 41 a.C., Cleopatra conoció a un enigmático general de César llamado Marco Antonio.

El descontento general iba en aumento. Algunos sectores de la sociedad romana creían que César buscaba convertirse en emperador. La ignominia de montar la escultura de Cleopatra en el Templo de Venus dejó indignados a los sacerdotes de la diosa, y juraron vengarse.

Uno de los sacerdotes de Venus más influyentes se puso en contacto con Casio, quien convenció a Marco Junio Bruto, según algunos historiadores, hijo ilegítimo de César, para que ponga fin a la vida del tirano. En pocos días César es asesinado en el senado por sicarios de Casio y Bruto.

Marco Antonio, nuevo amante de Cleopatra, estaba casado con Octavia, hermana del flemático Octaviano, emprendió una expedición a Oriente para combatir con los Partos, y luego huyó a Egipto con Cleopatra, donde establecieron una monarquía independiente, reconociendo a Cesarión como regente en funciones junto a su madre. La ruptura con la familia de Octaviano precipitó la guerra. En el 31 a.C. los egipcios caen en la batalla naval Accio y Marco Antonio se suicida clavándose un puñal en el vientre. Poco después, Cleopatra sigue el mismo camino al someterse voluntariamente a la picadura de un áspid.

Para una mujer como Cleopatra, esto era lo único que podía hacerse; ya que la alternativa era vivir para ver a su pueblo, y a sí misma, esclavos de Roma.

Habrá quien conjeture que nuestro enunciado limita la personalidad de Cleopatra al de una felatriz oficiosa. Nada más lejos de nuestras intenciones. Cleopatra veía en ese acto una unión perfecta, espiritual, absoluta, por la cual el hombre deposita su confianza en los labios de la mujer.

Lo cierto es que la figura de Cleopatra excede todas las clasificaciones. Ningún epíteto la abarca en su totalidad y complejidad. Sus prodigios eróticos son apenas una faceta, un matiz, de una personalidad demasiado gigantesca como para seccionarla en aptitudes secundarias.

Como dato final diremos que noventa de aquellos cien generales bendecidos por los labios de Cleopatra abandonaron por completo el sexo, convencidos de que habían experimentado un atisbo del aquel placer infinito reservado únicamente a los dioses.




Misterios miserables. I Feminología.


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9 comentarios:

Queenmaud dijo...

Realmente memorable la gimnasia buco-lingual de la reina egipcia. Aunque estas cosas del amor se agrandan por la imaginación al paso de los años, no deja de ser un mito masculino el extraer placer de la boca de una mujer.

Em Clauds dijo...

Cleopatra siempre sera por mucho la mujer mas importante de la historia... Todo lo que logro e hizo es completamente admirable para la epoca en la que vivio

Ana Lecea dijo...

Cleopatra, mitos y realidades, nunca sabremos del todo ... Que fue una mujer fuera de serie para su época y las demás no hay lugar a dudas.
Me gustó el informe que logra entretener e informar a la vez.

marixka dijo...

Yo no le llamaría "amor" a lo que ella hacía, en la actualidad a una mujer así se llamaría Bit... No quiero ser grosera.

marixka dijo...

Yo no le llamaría amor a lo que esa mujer hacía, en la actualidad a una mujer así se le consideraría una gran Bitch... no quiero ser grosera y me disculpo; pero es lo que pienso y al final lo único que logró para su pueblo fue la decadencia.

Guerrera Arcana dijo...

es sabido que la energia sexual es la mayor fuente ... la tenia clara... la felacion .. nos da energia :D hasta hay una congregacion.. las tigresas blancas.. saludos!

Anónimo dijo...

Muy buen relato. Gracias Lord.

Queenmaud: No es un mito, doy Fe.

De hecho, Guerrera Arcana dice bien. Mas una auténtica tigresa blanca que llegue hasta lo más esencial de su arte, encuentra que el amor es realmente lo más valioso de este y todos los mundos...

¡Y el amor en pareja! pues es la máxima expresión y la más completa en el Universo.

Se dice que las tigresas blancas mantienen una relación especial con un dragón de jade, muy aparte de los cien o mil dragones verdes que tenga a su servicio para extraerles energía.

Pero cuando descubre el amor verdadero y sabe renunciar al mundo por EL, entonces puede conquistar el Universo entero. Para ello:

Aprende a estar sola y satisfacerse sin depender de nadie. Pero sobre todo a servir a sus semejantes sin ambicionar nada a cambio.

Así, descubre que ya no es un tigresa blanca común, sino una de oro. Y es cuando ya no por avidez o necesidad y mucho menos necedad, se encuentra con su dragón más legítimo, no verde, ni de jade, sino igualmente de ¡oro puro! ...como ella.

Estos destellos de oro se deben a que vibran en la más elevada frecuencia que existe, la del Cristo Eterno, o Horus resucitado para hablar en términos egipcios.


En fin, sin más reciban un afectuoso saludo desde el Sol Central.

Anónimo dijo...

Seamos sensatos.¡Como va a escribir Herodoto acerca de Cleopatra VII?si resulta que este señor nacio,vivio y murio mas de 300 años antes que ella.Pretender que este señor hable de ella es lo mismo de absurdo que pretender que Cristobal Colon hable de las torres gemelas de NY.

Luis Enrique, (Kavi). dijo...

No creo que haya sido una mujer cualquiera. Al contrario, todo lo hizo para conservar su trono,proteger al pueblo egipcio y mantener la soberanía de la nacion. Su única arma era el sexo para mantener a raya a unos generales ávidos de gloria.



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